“Por
qué a las Mujeres siempre se les pregunta lo mismo en las Entrevistas de
Trabajo”. He titulado así este artículo porque considero que no requiere
especificar el qué.
Si
eres mujer y has realizado varias entrevistas de trabajo, cosa bastante
habitual en los tiempos que corren en este país, seguro que no tienes ninguna
duda que, cuando se trata de nosotras, las
preguntas que se repiten de forma cansina son las relacionadas con los hijos.
En nuestro país, las mujeres no superan el 30%
de los puestos directivos, las desigualdades persisten y en tiempos de
crisis incluso se fortalecen, habiendo retrocedido posiciones en cuanto a
derechos sociales. La participación de la mujer
en el ámbito laboral es apreciablemente menor que la de los hombres. Tenemos
sueldos considerablemente menores por el mismo tipo de trabajo, y un porcentaje
mayor de las mujeres trabaja en empleos vulnerables o irregulares. Pero lo más grave
es que las mujeres no tenemos en ningún país las mismas oportunidades que los
hombres para participar en el proceso de toma de decisiones económicas y
políticas. Las mujeres seguimos en el segundo plano aunque hayamos dado grandes
pasos en materia de educación y participación económica, según el Índice de
Equidad de Género (IEG) 2012, presentado por Social Watch.
Es un panorama difícil para nosotras y precisamente es
en este contexto, en el que ese tipo de preguntas me parecen más inoportunas
aún.
En
realidad, yo no entiendo muy bien por qué se deben hacer preguntas personales en las entrevistas de trabajo, pero
preguntando a responsables de selección de personal, todos tienen su
explicación o argumento. Veamos cuáles.
Los
principales argumentos que nos dan
para justificar este tipo de preguntas son los siguientes:
- Comprobar si tus valores están alineados con los de la empresa y si encajas en su cultura
- Ponerte a prueba, ver cómo reaccionas, si te pones en tensión o a la defensiva o, por el contrario, sabes salir triunfante de la situación.
- Romper el hielo.
- Desempatar entre perfiles similares.
Esta
última, el “desempate” es una de las razones “no confesadas” y la que me parece
realmente grave. El hecho que ese tipo de preguntas se suele utilizar como una
forma de "desempatar" a candidatos con perfiles muy similares a nivel
técnico o profesional.
Además
de parecerme injusto, la cuestión es que nos afecta sobremanera a nosotras.
Porque si después de un largo proceso de selección donde se han evaluado además
de diversos conocimientos técnicos, las actitudes y competencias clave
necesarias para el correcto desempeño de las funciones del puesto, el desempate
va a venir definido por cuestiones personales y prejuicios trasnochados, las
mujeres lo tenemos más difícil, sin lugar a dudas.
Porque
puedo estar más o menos de acuerdo con la pertinencia de plantear preguntas
personales en los procesos de selección, en función de las razones antes
referidas, pero lo que no puedo
justificar de ninguna manera es la diferencia en el contenido de esas preguntas
por razón de género. ¿Por qué la mayoría de preguntas personales que se
realizan a las candidatas son relativas a los hijos? ¿No tienen ellos hijos
también?
He
realizado una encuesta “casera” y éstas son las preguntas que más se repiten cuando se trata de nosotras:
¿Tienes
hijos?
Si
se responde afirmativamente:
¿Cómo
te ocupas de ellos? ¿Te ayuda tu madre (no tu padre)? ¿Cómo te vas a organizar
para trabajar y cuidarlos al mismo tiempo? ¿Quieres tener más?
Si
se responde que no:
¿Quieres
tenerlos? ¿Estás deseándolo ya, verdad?
He
de decir que lo más sorprendente es que este tipo de preguntas no se realizan a
candidatas de menos de 30 años, momento en que los niveles de fertilidad son más
altos, sino que se dirigen sobre todo a candidatas que superan los 35, como si
pensaran que el reloj biológico llama a sus puertas. No todas las mujeres
quieren o pueden ser madres. Son cuestiones personales que en nada aportan
información relevante sobre su faceta profesional. Un profesional se debe valorar independientemente de su sexo.
La
vida familiar de una persona no tiene por qué influir negativamente en su
trabajo, siempre y cuando el trabajo no obstaculice continuamente esta faceta
de su vida – la tan necesaria conciliación -
pero eso es una cuestión común a hombres y a mujeres. Porque ¿los hijos no son
cosa de dos? ¿No tienen ellos también hijos? ¿Por qué no se les pregunta cómo
se organizan?
Tras
esta reflexión inicial y porque los que me conocéis un poco y me seguís en mi blog
sabéis que siempre intento encontrar el lado
positivo de las cosas, vamos a ver cómo podemos sacar ventaja de esta
situación. Sí, sí, sé que tras lo dicho os sonará surrealista pero pienso que podemos volver estos “contra” a
nuestro favor.
Todos
sabemos que todavía hay muchas familias en las que los hijos son cosa de ellas
y que la mayoría de familias monoparentales están constituidas por mujeres. Ellas
son las que habitualmente se ocupan de los hijos, los llevan a las guarderías,
colegios, médicos etc. Por lo tanto, debemos ver estas preguntas como una oportunidad para demostrar nuestras
competencias personales y profesionales:
- Capacidad de organización
- Delegación de tareas
- Optimización del tiempo
- Resiliencia
- Responsabilidad
- Liderazgo
- Superación personal
- Capacidad de Resolución de Conflictos
- Compromiso
- Etc.
Todas
estas competencias son muy valoradas en el mundo laboral. Si ante estas preguntas, respondes proporcionando información de valor sobre tu capacidad de
gestionar tu vida personal y familiar, la balanza puede inclinarse a tu favor.
Las
cosas son como son, nos gusten o no. A la gente no podemos cambiarla por lo que
está claro que nos tendremos que seguir enfrentando a este tipo de preguntas
cuando acudamos a la siguiente entrevista de trabajo. Nosotras podemos decidir
si queremos responder o no. Pero tengamos en cuenta que el silencio también es
una respuesta y que puede ser objeto de múltiples interpretaciones. Sólo tenemos unas cartas y la partida está
echada: decide tú cómo jugarlas.
*Este
post fue escrito como colaboración para el Blog de Susana Pena.
Muy bueno Elsa. Es una pena que a estas alturas se sigan perpetuando estos roles y estereotipos de género, que hacen aún más denso el techo de cristal.
ResponderEliminarLas políticas de Responsabilidad Social tienen grandes lagunas en esta materia.
Al final, las empresas no dejan de ser más que un reflejo de nuestra sociedad y en España tenemos una gran asignatura pendiente con este tema.
EliminarPor si no fuera poco ya, con la crisis la situación se está agravando y las mujeres están quedando relegadas al cuidado de la familia de nuevo y sufriendo mayor discriminación en sus trabajos.
Queda mucho por hacer y lo primero: UN CAMBIO DE MENTALIDAD
Gracias por tu comentario.
Magnífico Elsa. No puedo decir mucho más. Yo hace poco publiqué algo parecido con una situación real que viví en un proceso de selección.
ResponderEliminarMe sigo asombrando y cabreando cuando veo estas cosas.
Todavía hay muchas empresas que siguen pensando que tener una mujer en sus filas en edad de tener hijos o niños pequeños es un problema.
¡Alguién tendrá que tenerlos, digo yo!
¿O acaso nacieron de una col?
Creo que en el fondo no es mas que una cuestión cultural porque en los paises del norte de Europa no solo no pasa sino que además se fomenta la conciliación.
Nos queda mucho camino todavía.
Me acabo de dar cuenta que no ha salido mi nombre, Soy Isabel Iglesias.
EliminarHola Isa, muchas gracias. Es verdad que ya lo comentamos cuando publicaste tu post. A mí también me cansa ya tanta discriminación al respecto.
EliminarSe sigue pensando que una mujer "debe" ser madre y si no lo es hasta se la mira con recelo. Si por el contrario ya lo es, no se la contrata porque seguro que sus hijos le harán pedir muchos permisos y le impedirán trabajar bien o hacer viajes o.... Y si se queda embarazada mejor que no se queje de nada y que tenga un embarazo muy bueno ya que nadie va a intentar ponerle las cosas más fáciles y claro, de la baja maternal ya ni hablamos, menudas vacaciones se va a coger!.
En fin, que al final, tengamos hijos o no, la duda siempre sondea sobre nuestras cabezas y siempre parece que va en descrédito de nuestra profesionalidad, haciéndonos sentir siempre culpables.
Luego se quejan de la baja natalidad de este país.
Una solución sería hacer como Islandia, donde la baja de maternidad la deben disfrutar tanto las madres como los padres, irrenunciablemente. Así, cuando se contrata a un hombre se sabe que si tiene hijos también disfrutará de la baja por lo que el hecho de la maternidad equipara a hombres y mujeres laboralmente impidiendo la discriminación por dicho motivo. A mí me parece una excelente medida, además de que también es mejor para los hijos. Pero lo veo poco probable en este país, se necesitaría cambiar de mentalidad.
Saludos