Tras los muchos comentarios que he recibido las
últimas semanas a propósito del post que escribí el 6 de marzo sobre El Síndrome de Procusto en las Empresas, me he decidido a
publicar una segunda parte, esta vez sobre El Teseo de Los Nuevos Tiempos.
Pongámonos en situación, en la mitología
griega, Procusto era
un hermoso bandido y posadero del Ática que tenía su casa en las colinas,
donde ofrecía posada al viajero solitario. Allí lo invitaba a tumbarse en una
cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las
cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta, Procusto la acostaba en una
cama corta y procedía a serrar las partes de su cuerpo que sobresalían: los
pies y las manos o la cabeza (…).
¿Y Teseo?
¿Quién era?
El Teseo de los Viejos Tiempos fue un mítico rey
de Atenas, que desde muy joven destacó por su fuerza y su
valentía. Emprendió un viaje en solitario a Atenas para conocer a su progenitor
sin temer los peligros que podía entrañar dicho viaje. Fue entonces cuando
coincidió con Procusto y acabó con él. Teseo
mató a Procusto de la misma forma en que él mataba a sus víctimas: lo
sedujo con juegos, le ató y amordazó en la cama más pequeña, dada su altura.
Luego le torturó con el martillo, le cortó los pies y finalmente la cabeza.
El reinado de terror de Procusto finalizó gracias al héroe Teseo… pero eso ocurrió en los Viejos Tiempos.
¿Cómo
acabar con los Procustos en la actualidad?
Si algo me ha quedado claro con vuestros
comentarios es que quien más y quien menos ha “sufrido” un Procusto en su vida
laboral o tiene alguna experiencia cercana. También tengo claro que citando de
nuevo a Ogilvy, si seguimos así, nos
haremos cada día más y más pequeños y cada Procusto será el rey de su
particular “reino de enanos”.
Hay que actuar, pero ¿cómo?
Se me ocurren dos alternativas:
Actuar como el Teseo mitológico: si Procusto te torturó y mutiló, tú podrías hacer
lo mismo y acabar con él de una vez por todas. Mención aparte de cuestiones
éticas, esta opción tiene, para mí, un inconveniente claro: estás siguiendo su
ejemplo y… ¿De verdad es eso lo que quieres hacer?, ¿Era ésta la forma de actuar
que Procusto “envidiaba”? ¿Al final, entonces quién gana? ¿Quién ha mutilado a
quién? Reflexiona…
Erigirse en el Teseo de los Nuevos Tiempos: practica mucha Empatía, Asertividad y Resiliencia.
Piensa que Procusto tiene que tener su corazoncito… búscalo e intenta conectar
con él. Defiende tu posición y argumentos pero siempre intentando que Procusto
no se sienta amenazado por tus ideas o atacado. Actúa con precaución, pon en
práctica todas esas competencias, habilidades, actitudes y valores por los que
te han contratado pero hazlo sólo para
los fines de Procusto, que es tu jefe, lo quieras o no. Sé empático con
Procusto, intenta entender qué le hace comportarse así… No pienses que su único
leitmotiv es la envidia o los celos.
Recuerda que él es fuerte, alto, dotado de una fuerza descomunal… tiene sus cualidades.
Por lo tanto, la clave no radica es
intentar “auto-disminuirse”, sino que tu estrategia debe encaminarse hacia intentar hacerte con sus “medidas”, las
que quiera que tú tengas en cada momento. Sé cauto y no te confíes, Procusto en
un primer momento parece ser generoso y atento (ofrecía un lecho donde dormir),
por eso nos coge siempre con la guardia baja: nos acostamos tranquilamente en
el lecho, confiados e indefensos. Pero recuerda que los Procustos son profundamente
intransigentes, intolerantes y estrechos de miras. Son más que seguros
obstinados, no tienen la menor empatía, convencidos de estar siempre en
posesión de la verdad, todo lo juzgan y todo lo quieren cortar a su medida, se creen medida de todo, y lo que es peor, en el derecho de adaptar
todo a su medida.
Dos últimos consejos:
- No brilles, repito, no brilles nunca ni aunque te dé el sol en plena cara…
pero tampoco te apagues: Procusto no puede quitarte tu luz pero tú puedes
elegir cuándo dar al interruptor y puedes elegir estar de vez en cuando
“off”. Si al final, por una razón u otra, emites algún destello de luz que
sea siempre y exclusivamente para ”Iluminar a Procusto” ante el dueño de
la Posada.
- Sé activo y no proactivo: sí, ya sé que te han dicho repetidas veces
que hay que ser proactivo, puede que incluso el propio Procusto te lo haya
recordado entre mutilación y mutilación, pues, mi consejo: no hagas caso,
echa a dormir durante un tiempo la proactividad, no es el momento, mejor activo
que proactivo, no provoques a Procusto más de lo justo.
¿Cuáles
son las expectativas de éxito?
Si optas por la 1ª alternativa y le das a probar su
propia medicina, las probabilidades de éxito son considerables.
Si, en cambio, te eriges en el “Nuevo Teseo” te
advierto que harás un largo y fatigoso recorrido con tan sólo una incógnita al
final del camino. Tú eliges. Eso sí, recuerda que sólo tendrás éxito si se
trata de un Cuasi-Procusto… sí, ése que tiene su corazoncito. Si por el
contrario, has tropezado con un Procusto, lo que se dice un Procusto por los
cuatro costados… entonces, lo siento mucho, sólo queda una solución: HUYE!!.
Por último y para no ponernos trágicos, todo tiene
su “lado positivo”. Piensa:
Tú
podrías ser un Procusto… pero ELIGES no serlo.
Tú
podrías responder como el antiguo Teseo… pero ELIGES no hacerlo.
Muchas veces no podremos erradicar a Procusto de la
organización en la que estamos pero lo que sí podemos y debemos hacer es
erradicarlo de nosotros y no ser Procustos ni en un sólo momento de nuestras
vidas con nadie.
Tienes
luz, aunque no ilumine a nadie de momento… ¿por qué no CREAR TU PROPIA
POSADA?...eso sí, ten cuidado de no contratar como jefe intermedio a un
Procusto o… la noria vuelve a girar;-)
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