Recientemente
se publicó un estudio de la empresa inglesa PopCap que concluía que prohibir el uso de Internet para fines
personales en el trabajo supondría un coste a las empresas británicas 8.000 millones
de euros al año en concepto de pérdida de productividad de sus empleados. Sí, sí,
habéis oído bien: prohibir el uso de
Internet para fines personales en el trabajo conllevaría una importante pérdida
de productividad de los empleados.
El
citado estudio ha llegado a esta conclusión después de haber analizado 1.700
pruebas psicométricas en empresas de todo el Reino Unido. Estas pruebas han
sido llevadas a cabo por el psicólogo de la Universidad Goldsmiths, en Londres,
Chamorro-Premuzic.
Desde
hace tiempo, la mayoría de las empresas limitan o prohíben el acceso a
diferentes herramientas y contenidos que ofrece la red. No sólo a redes
sociales como Facebook y Twitter, sino también se prohíbe acceder a las cuentas
bancarias del trabajador o se castiga a quien llega 15 minutos tarde a su
puesto de trabajo. Todo ello con un fin: minimizar distracciones e incrementar productividad.
Pero
seamos realistas: está demostrado que el impacto que tienen estas medidas prohibitivas no inciden en la productividad
de la empresa y que además, intentar controlar o limitar el acceso a dichos
foros en el puesto de trabajo puede llevar más tiempo y esfuerzo del deseado. Todo
esto lo hacen con la excusa de aumentar la productividad. Y yo me pregunto:
prohibiendo y limitando el acceso a la red o la realización de llamadas personales
en el trabajo ¿realmente logran incrementar su productividad?. Me parece a mí
que no.
Los
Recursos Humanos son precisamente eso: Humanos.
Si se les controla, limita, prohíbe…no
se les está estimulando. No se sentirán valorados ni comprometidos con una organización que no confía en ellos.
No trabajarán mejor ni más eficazmente, no se concentrarán más en sus obligaciones
u objetivos, no serán en definitiva, más productivos. Sólo sentirán que no se
tiene confianza en ellos, que están siendo controlados, además de limitar considerablemente
las posibilidades de su trabajo.
Hay
otras vías que ya he comentado anteriormente en este blog. Se pueden articular
diferentes fórmulas como por ejemplo la de Google
y su famoso 20% (ver post Trabajar en Google), un margen
de tiempo de la jornada laboral que el trabajador puede destinar a cosas “ociosas”.
En este tiempo, el trabajador podrá acceder a toda esta información que no
encaja dentro de su horario laboral. Podrá hacer una transferencia bancaria, mirar
vuelos, las fotos del fin de semana, llamar a la guardería, programar sus
próximas vacaciones, etc. Y después, libre ya de “distracciones” podrá sacar
adelante su tarea diaria, seguramente más motivado y concentrado que si tiene “asuntos
pendientes” en la cabeza.
Los
empleados no son niños y por tanto no hay que tratarlos como tales. Las
empresas deben saber gestionar y desarrollar
el recurso más valioso que tienen: el talento de las personas. Debemos hacer
que sean protagonistas de su propio trabajo, parte activa de un proyecto común,
debemos fomentar su implicación en los objetivos corporativos, no forzarlos,
motivarlos y desarrollarlos… sólo así se aumentará su productividad.
Porque
si queremos competir en el mundo global, se avecina el fin de la cultura de la “empresa-controller”: la que bloquea el
acceso a la red a los empleados, la que impone horarios rígidos e inflexibles,
la que “obliga” al empleado a estar concentrado, la que no concede permisos
para cuidar al hijo o abuelo enfermo y obliga al trabajador a inventarse
excusas, la que impide a las mujeres tener a sus hijos en la edad fértil obligándolas
a acudir a técnicas de fertilidad con el considerable coste emocional que
conlleva para toda la familia, la que premia el presentismo y el calentar la
silla etc. Esa cultura no motiva al empleado.
Con este planteamiento nunca
seremos productivos. Estamos a tiempo para adaptarnos a los Nuevos Tiempos y desechar viejos
modelos basados en las prohibiciones. Seamos productivos.
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Más que en el control creo en la responsabilidad personal y solidaria. Es necesario confiar en las personas , pero también lo es que éstas confien en tí y sobre todo en ellas mismas. Mi experiencia me dice que hay gente, que a pesar de de dejarles la libertad prefieren estar subyugados a las jerarquías y a las normas.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz fin de
Tienes razón Fernando pero no me digas que no es triste...necesitar estar "subyugados", dentro de jerarquías rígidas porque de la libertad no hacen uso sino abuso. Es como cuando si no está el jefe, se sale antes etc. De una inmadurez total. Pero todo esto puede ocurrir porque no se consideran partícipes de un proyecto común ni parte de la empresa...un problema difícil de atajar pero que, por lo que sé de otros países europeos es un mal "muy nuestro", no crees?
ResponderEliminarYo creo que en estos temas es como todo, pude que al principio se de un abuso pero luego ya se autocontrola uno a la hora de realizar sus tareas(independientemente de por responsabilidad, la cuenta que le trae). Además si uno quiere distraerse, escaquearse o lo que sea, no hya forma de controlar eso, y más ahora con los móviles, pero recuerdo no hace tanto a gente leyendo libros en su oficina... yo creo que muchas veces la gente, salvo cuestiones como el chat que si puede "enganchar" a ciertas personas, si estan ociosas es porque no tienen tareas que ralizar, pero eso es otra historia. El poder "desconectar" unos momentos me parece como indicas que favorece la producción. Saludos.
ResponderEliminarGracias Jota, es verdad, yo también vi gente leyendo libros! y el periódico cada mañana! ahora se hace pero vía digital. Estar concentrado 8h. de seguido es difícil y no vienen mal pequeñas distracciones justo para eso, para poder ser productivos.Quien quiera abusar lo hará por internet u otra vía...
ResponderEliminarSaludos