En el post anterior hice referencia al discurso del genio de la
manzanita. Hace ya varios años que lo
escuché por 1ª vez en versión original, muy atenta para no perderme nada de su
significado si se me escapaba alguna palabra. Atenta y… sobre todo EMOCIONADA.
En aquellos momentos, mi vida laboral podría decirse que era un éxito y aún
así me revolvió las tripas…
Es todavía el día de hoy que me emociona… bueno, mejor dicho, hoy en día me emociona mucho más.
…“Seguid hambrientos, seguid alocados”…
Emociones aparte, si vuelvo sobre este discurso es porque aunque fue
pronunciado hace más de seis años, en un momento que nada hacía presagiar la
que se nos venía encima, a fecha de hoy está
de más actualidad que nunca y adquiere un sentido más amplio y profundo si
cabe. Crisis financiera, hipotecas subprime,
deuda soberana, Agencias de Rating,
primas de riesgo, reforma laboral, los Mercados… ¿y las Personas?, ¿Por qué no
hablar de las PERSONAS? Las personas
están en los tres vértices del triángulo: Empresas-Trabajadores-Cliente. Sólo
las Personas saldremos de esta crisis y
las Personas tienen que ser felices en el trabajo porque si no encuentras la
felicidad en el trabajo simplemente no serás feliz (y esto ya lo dijo Colón
varios siglos atrás).
Pero para aquellos pocos que no lo conocen o que sólo han escuchado retazos
o fragmentos de aquí y allá os dejo a continuación la traducción al español. No obstante,
para aquellos que habléis inglés yo os recomiendo ver también el vídeo, y
escuchar “life” a Steve Jobs dirigiéndose a los estudiantes de la Universidad
de Stanford en el día de su graduación aquel 12 de junio de 2005… atreviéndose
a hablar ante los futuros empleados de las grandes multinacionales no sólo de Business Concepts como EBIT, ROE y ROA,
VAN y TIR, etc. sino de conceptos mucho
más humanos: Amor, Pérdida y Muerte.
Ya lo sabéis: “Tenéis que encontrar lo que amáis”.
A continuación, os dejo el texto del discurso en español
"Me siento honrado de estar con
vosotros hoy en esta ceremonia de graduación en una de las mejores
universidades del mundo. Yo nunca me licencié. La verdad, esto es lo más cerca
que he estado de una graduación universitaria.
Hoy deseo contaros tres historias de mi
vida. No es gran cosa. Sólo tres historias. La primera trata de conectar
puntos. Me retiré del Reed College a los seis meses y seguí yendo de modo
intermitente otros 18 meses más antes de abandonar los estudios. ¿Por qué lo
dejé? Comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una joven
estudiante de Universidad, soltera, que decidió darme en adopción. Ella creía
firmemente que debía ser adoptado por estudiantes graduados. Por lo tanto, todo
estaba arreglado para que apenas naciera fuera adoptado por un abogado y su
esposa; salvo que cuando nací decidieron en el último minuto que en realidad
deseaban una niña. De ese modo, mis padres, que estaban en lista de espera,
recibieron una llamada en medio de la noche preguntándoles: "Tenemos un
niño no deseado; ¿lo quieren?". Ellos contestaron: "Por
supuesto".
Cuando mi madre biológica se enteró que
mi madre nunca se había graduado en la Universidad y que mi padre tampoco tenía
el graduado escolar se negó a firmar los papeles de adopción definitivos. Sólo
cambió de parecer unos meses más tarde cuando mis padres le prometieron que
algún día iría. A los 17 años fui a la Universidad. Ingenuamente elegí una casi
tan cara como Stanford y todos los ahorros de mis padres, de clase obrera, se
fueron en la matrícula. Seis meses después yo no había sido capaz de apreciar
el valor de su esfuerzo. No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida y
tampoco sabía si la Universidad me ayudaría a deducirlo. Y ahí estaba yo,
gastando todo el dinero que mis padres habían ahorrado durante toda su vida.
Decidí retirarme y confiar en que todo iba a resultar bien. En ese momento fue
aterrador, pero mirando hacia atrás es una de las mejores decisiones que he
tomado. Prescindí de las clases obligatorias, que no me interesaban, y comencé
a asistir irregularmente a las que sí consideraba interesantes.
No todo fue romántico. No tenía
dormitorio, dormía en el suelo de las habitaciones de amigos, llevaba botellas
de Coca Cola a los depósitos de 5 centavos para comprar comida y caminaba 11
kilómetros, cruzando la ciudad todos los domingos de noche, para conseguir una
buena comida a la semana en el templo Hare Krishna. Me encantaba. La mayoría de
cosas con las que tropecé, siguiendo mi curiosidad e intuición, resultaron ser
posteriormente inestimables. Por ejemplo, en ese tiempo Reed College ofrecía
quizás la mejor instrucción en caligrafía del país. Todos los afiches, todas las
etiquetas de todos los cajones estaban bellamente escritos en caligrafía a mano
en todo el campus. Como había abandonado el curso y no tenía que asistir a las
clases normales, decidí tomar una clase de caligrafía para aprender. Aprendí de
los tipos serif y sans serif, de la variación en el espacio entre las distintas
combinaciones de letras, de lo que hace que la gran tipografía sea lo que es.
Era artísticamente hermoso, histórico, de una manera en que la ciencia no logra
capturar, y lo encontré fascinante.
A priori, nada de esto tenía una
aplicación práctica en mi vida. Diez años después, cuando estaba diseñando el
primero ordenador Macintosh, todo tuvo sentido para mí. Y todo lo diseñamos en
el Mac. Fue el primer ordenador con una bella tipografía. Si nunca hubiera
asistido a ese único curso en la Universidad, el Mac nunca habría tenido
múltiples tipografías o fuentes proporcionalmente espaciadas. Y como Windows no
hizo más que copiar a Mac, es probable que ningún PC la tuviese. Si nunca me
hubiera retirado, nunca habría asistido a esa clase de caligrafía, y los
ordenadores personales carecerían de la maravillosa tipografía que llevan. Por
supuesto era imposible conectar los puntos mirando hacia el futuro cuando
estaba en la Universidad. Sin embargo, fue muy, muy claro mirando hacia el
pasado diez años después.
Reitero, no podéis conectar los puntos
mirando hacia el futuro; solo podéis conectarlos mirando hacia el pasado. Por
lo tanto, tenéis que confiar en que los puntos, de alguna manera, se conectarán
en vuestro futuro. Tenéis que confiar en algo, lo que sea. Nunca he abandonado
esta perspectiva y es la que ha marcado la diferencia en mi vida.
La segunda historia es sobre amor y
pérdida. Fui afortunado, porque descubrí pronto lo que quería hacer con mi
vida. Woz y yo comenzamos Apple en el garaje de mis padres cuando tenía 20
años. Trabajamos duro y en 10 años Apple había crecido a partir de nosotros dos
en un garaje, transformándose en una compañía de dos mil millones con más de
4.000 empleados. Recién habíamos presentado nuestra más grandiosa creación -el
Macintosh- un año antes y yo recién había cumplido los 30.
Luego me despidieron. ¿Cómo te pueden
despedir de una compañía que fundaste? Bien, debido al crecimiento de Apple
contratamos a alguien que pensé que era muy talentoso para dirigir la compañía
conmigo. Los primeros años las cosas marcharon bien. Sin embargo, nuestras
visiones del futuro empezaron a desviarse y finalmente tuvimos un encontronazo.
Cuando ocurrió, la Dirección lo respaldó a él. De ese modo a los 30 años estaba fuera de la empresa. Y muy públicamente fuera. Había desaparecido aquello que había sido
el centro de toda mi vida adulta. Fue devastador. Por unos cuantos meses,
realmente no supe qué hacer. Sentía que había decepcionado a la generación anterior
de empresarios, que había dejado caer el testimonio cuando me lo estaban
pasando. Me encontré con David Packard y Bob Noyce e intenté disculparme por
haberlo echado todo a perder tan estrepitosamente. Fue un absoluto fracaso
público e incluso pensaba en alejarme del valle [del Silicon Valley, California]. No
obstante, lentamente comencé a entender algo. Todavía amaba lo que hacía. El
revés ocurrido con Apple no había cambiado eso ni un ápice. Había sido
rechazado, pero seguía enamorado. Y decidí empezar de nuevo.
En ese momento no lo entendí, pero ser
despedido de Apple fue lo mejor que podía haberme pasado. La pesadez de tener éxito
fue reemplazada por la iluminación de ser un principiante otra vez. Me liberó y
entré en una de las etapas más creativas de mi vida. Durante los siguientes
cinco años, fundé una compañía llamada NeXT, otra empresa llamada Pixar, y me
enamoré de una asombrosa mujer que se convirtió en mi esposa. Pixar continuó y
creó la primera película en el mundo animada por ordenador, Toy Story, y ahora es el estudio de
animación de más éxito a nivel mundial. En un notable giro de los hechos, Apple
compró NeXT, regresé a Apple y la tecnología que desarrollamos en NeXT
constituye el corazón del actual renacimiento de Apple.
Con Laurene tenemos una maravillosa
familia. Estoy muy seguro de que nada de esto habría sucedido si no me hubiesen
despedido de Apple. Fue una amarga medicina, pero creo que el paciente la
necesitaba. En ocasiones la vida te golpea con un ladrillo en la cabeza. No
perdáis la fe. Estoy convencido que lo único que me permitió seguir fue que yo
amaba lo que hacía. Tenéis que encontrar lo que amáis. Y eso es tan válido para
el trabajo como para el amor. El trabajo llenará gran parte de vuestras vidas y
la única manera de sentirse realmente satisfecho es hacer aquello que creéis
que es un gran trabajo. Y la única forma
de hacer un gran trabajo es amar lo que se hace. Si todavía no lo habéis
encontrado, seguid buscando. No os detengáis. Al igual que con los asuntos del
corazón, sabréis cuando lo habéis encontrado. Y al igual que cualquier relación
importante, mejora con el paso de los años. Así que seguid buscando. Y no os
paréis.
La tercera historia es sobre la muerte.
Cuando tenía 17 años leí una cita que decía algo parecido a "Si vives cada
día como si fuera el último, es muy probable que algún día hagas lo
correcto". Me impresionó y en los últimos 33 años, me miro al espejo todas
las mañanas y me pregunto: "Si hoy fuera en último día de mi vida,
¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer?" Y cada vez que la respuesta
ha sido "no" varios días seguidos, sé que necesito cambiar algo.
Recordar que moriré pronto constituye la
herramienta más importante que he encontrado para tomar las grandes decisiones
de mi vida. Porque casi todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo
el temor a la vergüenza o al fracaso todo eso desaparece a las puertas de la
muerte, quedando solo aquello que es realmente importante. Recordar que vas a
morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienes
algo que perder. Ya estás desnudo. No hay ninguna razón para no seguir a tu
corazón.
Casi un año atrás me diagnosticaron
cáncer. Me hicieron un escáner a las 7:30 de la mañana y claramente mostraba un
tumor en el páncreas. ¡Ni sabía lo que era el páncreas! Los doctores me dijeron
que era muy probable que fuera un tipo de cáncer incurable y que mis
expectativas de vida no superarían los seis meses. El médico me aconsejó irme a
casa y arreglar mis asuntos, que es el código médico para prepararte para
morir. Significa intentar decir a tus hijos todo lo que pensabas decirles en
los próximos 10 años, en unos pocos meses. Significa asegurarte que todo esté
finiquitado de modo que sea lo más sencillo posible para tu familia. Significa despedirte.
Viví con ese diagnóstico todo el día.
Luego por la tarde me hicieron una biopsia en que introdujeron un endoscopio
por mi garganta, a través del estómago y mis intestinos, pincharon con una
aguja el páncreas y extrajeron unas pocas células del tumor. Estaba sedado,
pero mi esposa, que estaba allí, me contó que cuando examinaron las células en
el microscopio, los doctores empezaron a llorar porque descubrieron que era una
forma muy rara de cáncer pancreático, curable con cirugía. Me operaron y ahora
estoy bien. Es lo más cerca que he estado a la muerte y espero que sea lo más
cercano por unas cuantas décadas más.
Al haber vivido esta experiencia, puedo
contarla con un poco más de certeza que cuando la muerte era puramente un
concepto intelectual: Nadie quiere morir. Incluso la gente que quiere ir al
cielo, no quiere morir para llegar allá. La muerte es el destino que todos
compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y es como debe ser porque la muerte es
muy probable que sea la mejor invención de la vida. Es su agente de cambio.
Elimina lo viejo para dejar paso a lo nuevo. Ahora mismo, vosotros sois lo
nuevo, pero algún día, no muy lejano, seréis los viejos. Y seréis eliminados.
Lamento ser tan trágico, pero es cierto. Vuestro tiempo tiene límite, así que
no lo perdáis viviendo la vida de otra persona. No os dejéis atrapar por
dogmas, no viváis con los resultados del pensamiento de otras personas. No
permitáis que el ruido de las opiniones ajenas silencie vuestra voz interior. Y
más importante todavía, tened el valor de seguir vuestro corazón e intuición,
porque de alguna manera ya sabéis lo que realmente queréis llegar a ser. Todo
lo demás es secundario.
Cuando era joven, había una asombrosa
publicación llamada The Whole Earth
Catalog, una de las biblias de mi generación. Fue creada por un tipo
llamado Steward Brand no muy lejos de aquí, en Menlo Park, y la creó con un
toque poético. Fue a finales de los 60, antes de los ordenadores personales y
de la edición mediante microcomputadoras. Se editaba usando máquinas de
escribir, tijeras y cámaras Polaroid. Era como Google en tapas de cartulina, 35
años antes de que apareciera Google. Era idealista y rebosante de hermosas
herramientas y grandes conceptos. Steward y su equipo publicaron varias
ediciones del The Whole Earth Catalog
y luego, cuando seguía su curso normal, publicaron la última edición. Fue a
mediados de los 70 y yo tenía vuestra edad. En la contraportada de la última
edición, había una fotografía de una carretera en medio del campo a primera
hora de la mañana, similar a una en la que estaríais haciendo dedo si fuerais
así de aventureros. El pie de foto decía: "Seguid hambrientos. Seguid
alocados". Fue su mensaje de despedida. Siempre lo he deseado para mí. Y
ahora, cuando estáis a punto de graduaros para empezar de nuevo, es lo que os
deseo. Seguid hambrientos. Seguid alocados. Gracias”.
Grande Steve Jobs... pena que muchas veces, a pesar de encontrar lo que se ama, uno no puede o no le dejen trabajar en ello. País este de mediocres a los que si unes la envidia, es fácil que muchos y muchas Steve Jobs se pierdan...
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